domingo, 16 de febrero de 2014

Día 11: Capitán Sarmiento

Al igual que el primer día nos quisimos levantar temprano y partir, pero la lluvia no nos dejo, recién alrededor de las diez de la mañana agarramos la ruta. 

La ida era ir hasta La Carlota y quedarnos ahi, para no hacer 700km en un solo día. 

La ruta 20 es hermosa, y aunque las nubes nos custodiaron todo el camino, la magia del camino no se perdió nunca.  

Cuando llegamos a Rio Cuarto estaba lloviendo, así que seguimos avanzando con la ilusión de que en La Carlota haya sol. Cuando llegamos estaba nublado, almorzamos ahi ya de tarde, descansamos bastante, y optamos por seguir hasta la próxima ciudad, porque en cualquier momento teníamos a la lluvia con nosotros.  
Llegando a Venado Tuerto nos agarro una pequeña tormenta, por la cual pasamos de largo la ciudad, el agua nos acompaño un poco, unos kilómetros antes de Colon dejo de llover.  

Al final ya había echo mas de 550km, viajando a 90/95km/h de crucero, no estaba cansado y no me agradaba la idea de pagar un hospedaje en un ciudad tan cercana a la mía, así que decidimos seguir hasta nuestra localidad. 

Nos agarro la noche en Pergamino, donde paramos a ponernos los chalecos reflectivos, cargar nafta y descansar un rato, y cerca de las 22hs llegamos a Capitán Sarmiento.

Conclusión: Hicimos alrededor de 700 km en un día, viajamos con la fresca porque estuvo nublado todo el camino, las tormentas con las que cruzamos no fueron muy fuertes, así que pudimos pasarlas tranquilos, nos cansamos un poco por tan largo viaje pero llegamos sanos y salvos a nuestra localidad, que nos recibió con la luna llena y un cielo lleno de estrellas. 

Viajar en moto es un experiencia única, que solo la entiende el que lo hace. Sentir cada curva, el aire en la cara, los aromas que regala el camino, ver las aves que van volando al lado tuyo y se cruzan. La conexión con la naturaleza que te ofrece la motocicleta no te la ofrece otro medio. Nuestro viaje fue algo único, hicimos alrededor de 3500 km, anduvimos por ruta, tierra, ripio, alta montaña, llanura, debajo del sol, de las nubes, en la lluvia. Viajamos despacio, apreciando todo lo que nos ofrece el camino, y mientras los demás van apurados encerrados en sus autos, nosotros vamos contentos, tranquilos en nuestra moto, con un sonrisa, disfrutando cada kilómetro. 

Hasta el próximo viaje, y buenas rutas a todos. 



Día 10: La Guadalupe 2

Partimos hacia Potrero de Los Funes, nos queríamos quedar otra noche mas ahí y descansar bien antes de llegar a Sarmiento.

La ruta de nuevo estuvo tranquila, queríamos ir derecho por la R7 pero por obedecer el GPS  y no prestar atención  a los carteles terminamos yendo un tramo largo por la R50, que esta en muy mal estado, igual después salimos a la R7 y llegamos bien a destino. 

A la tarde hizo mucho calor, tuvimos que frenar dos o tres veces para conseguir agua y refrescarnos un poco, el aire era muy caliente y el sol pegaba muy fuerte. 

Potrero de los Funes nos recibió nublado, y con esas nubes grises amenazadoras que terminan en tormenta. 

De nuevo fuimos envueltos por la paz de La Guadalupe, descansamos bastante, y nos fuimos a dormir temprano, escuchando los truenos y mas tarde la lluvia. 







Día 9: Descanso

Este día en Uspallata fue tranquilo, lo tomamos para lavar la ropa sucia y descansar, ya que al otro día empezamos a volver a Capitán Sarmiento. 

A la tarde fuimos al arroyo Uspallata y mas tarde visitamos el cerro Tunduqueral, tarde tranquila, muy poco movida pero linda tarde.

Acomodamos el equipaje, armamos las alforjas. A la noche cenamos afuera, en un restaurant, comimos bien y luego volvimos a dormir temprano. La ruta nos esperaba al otro día. 






Día 8: Bruma y arena

Nos levantamos temprano, estábamos renovados, descansamos muy bien. Desayunamos y salimos a caminar. Afuera parecía haber tormenta, pero la gente nos explico que era una bruma marina que hay durante la mañana, que desaparece a medida que se hace de tarde. No sacamos mucha fotos ese día porque nuestros celulares no tenían carga, llevamos los cargadores pero la boca de los enchufes allá es distinta. 

Caminamos por varias playas, y nos mojamos un poco con el mar, pero no mucho porque el agua es helada, nada que ver con lo que uno esta acostumbrado de Mar del Plata, Pinamar o Villa Gesel. En el camino nos encontramos con una pareja de argentina, que también viajaba en moto, en un Motomel Motard 200, habían salido el día anterior y llegaron la misma noche que nosotros, aunque no tuvieron tanta suerte con la búsqueda de hospedaje, ellos no habían encontrado y durmieron por turnos en una garita de colectivo (uno dormida y el otro vigilaba la moto y el equipaje). 

Seguimos paseando, fuimos al mueso, a un mirador, y nos sacamos fotos con el famoso reloj de Viña del Mar. Luego fuimos a caminar por una calle tipo peatonal, esta llena de turistas, gente por todas partes, muchos negocios, muy lindo para ir con plata, hay de todo. 

Después de buscar bastante y entender los nombres que le ponen a los platos en Chile, conseguimos un lugar en donde almorzar. Cominos un sandwich grande de lomo con queso y una bandeja de hartas papas acompañado con una gaseosa, nos sobro 1/4, el sandwich era gigante y riquísimo. 

Luego de comer caminamos un poco y volvimos al hostal, llegada la tarde emprendimos la vuelta, no queríamos volver, pero no teníamos ropa, por la plata no había problema, aunque habíamos gastado mucho ya para una noche mas teníamos, pero ir sin nada preparado nos obligo a volver. 

La vuelta fue tranquila, muy poco transito en todo el camino, tanto del lado de chileno como del argentino. Llegamos a Uspallata todavía de tarde, pedimos una noche mas en Samadi, nos relajamos tranquilos el resto del día hasta que se hizo de noche, cenamos en el hostel y nos fuimos a dormir, contentos, y sin poder creer, que sin siquiera planearlo mucho, cumplimos la meta de conocer el pacifico, otro país, otra gente...  








Día 7: Aduana y frio

Nos levantamos muy temprano, desayunamos bien, y empezamos a planear la ruta del día. La idea era ir a Puente del Inca, Cerro Aconcagua, subir al Cristo Redentor y pegar la vuelta, nos habíamos replanteado lo de Chile porque todos nos decían que era caro y que con con nuestra moneda hacíamos poco. Después de mucho pensar decidimos que con subir al Cristo ya estábamos felices. 

La ruta estuvo muy tranquila en todo el viaje, poco transito de nuestra mano y un poco mas movida la mano contraria pero no tanto. Llegamos al Puente del Inca y recién estaban armando los puestos de venta, así que miramos un poco lo que ya estaba armado y luego fuimos a apreciar el Puente. Estuvimos un rato ahi, muy lindo lugar, mucha belleza, es un lugar que uno no tiene que dejar de visitar. Luego hicimos unas compras y seguimos hacia el Cerro Aconcagua. 

Cuando llegamos al Cerro dejamos la moto e hicimos una caminata de media hora, camino sencillo que te regala unas vistas impresionantes, para los mas valientes hay caminatas mas largas, en las cuales te acercas mas al Cerro, nosotros nos conformamos con la caminata corta.  

Seguimos camino y llegamos a la entrada del Cristo, donde un hombre muy amable nos alerto sobre el camino y nos dijo todas las precauciones que debíamos tener. A medida que subíamos la moto comenzó a sentirse mas exigida, por lo cual subimos despacio, y aprovechamos para ir observando el camino que íbamos dejando, que se veía como una linea diminuta serpenteando hasta volver a encontrarse con la ruta. 
Cuando llegamos arriba había un viento tremendo, y mucho frió, mucha gente sacándose fotos, todos felices por estar ahi, un grupo de unos cincuenta ciclistas festejando por haber llegado hasta arriba pedaleando, es un lugar mágico, ubicado a 4.000 msnm, desde donde se puede ver la cordillera con muchos cerros llenos de nieve en las puntas. Estuvimos cerca de una hora ahi arriba, nos tomamos algo caliente, sacamos muchas fotos y luego comenzamos a bajar (bajamos con la moto apagada, la inclinación del camino es tal que no fue necesario encenderla.)

Almorzamos tarde, cerca de las 15 horas, y en el almuerzo decidimos cruzar a Chile, aunque sea hacer los caracoles hasta Los Andes y luego volver. Asi que comimos, y emprendimos viaje. 

Luego de cruzar el túnel fronterizo nos encontramos con la aduana, donde había alrededor de cuatro colas de autos de mas de cien metros cada una, estuvimos hasta las 17:30hs esperando para poder seguir nuestra ruta. Durante la espera conocimos a dos chilenos que viajaban en una KTM Adventure 990 y en una Yamaha Tenere XT900Z, los cuales nos ofrecieron hospedaje si en algún momento viajamos al sur, nos contaron que tienen una casa grande en donde nos podemos quedar si decimos visitar la zona en la que ellos viven. Después de hacer todos los papeles y de que nos revisen lo poco que llevábamos, pudimos seguir.

En Chile no hay rectas, hasta Los Andes fue todo el camino de curvas, una detrás de la otra, el paisaje que ofrece nuestro vecino occidental es increíble, montañas y mucho verde, toda el agua que no hay en Mendoza esta en Chile. Cuando llegamos a Los Andes cargamos nafta (4000 pesos Chilenos) y optamos por seguir hasta Viña.

Nos dijeron que el camino era todo recto, porque supuestamente  se terminaban las curvas y nos mintieron. El camino es entretenido, con centros urbanos muy seguidos, lo que provoca que uno no pueda ir muy rápido, mas aun cuando se respeta los limites de velocidad impuestos, las rutas están muy bien señalizadas y se puede encontrar a muchos carabineros haciendo controles en todo el camino. 

Nos agarro la noche y el frió, no fuimos preparados para ninguna de las dos cosas, no fuimos preparados para cruzar la frontera, pero estábamos con un pie en Argentina y otro en Chile, era una lastima no ir hasta el Pacifico. 

Llegamos al Viña del Mar cerca de las 21hs, no encontrábamos hospedaje, hasta que vimos el Hostal Von Schroeders, ubicado en Von Schroeders y Arlegui, un Hostal dentro del todo económico (22000 pesos chilenos, habitación privada con dos camas, no había nada mas). Nos dejaron entrar la moto, bajamos el equipaje que teníamos, nos bañamos, y sin decir mas nada nos tiramos en la cama y nos dormimos, estábamos cansados. 

Car se sentía mal, angustiada, estábamos muy lejos de casa, al rededor de 1400km, nunca había estado tan lejos, y ademas le choco un poco la ciudad, la gente que habla muy distinto, muchos autos, en comparación nos pareció que Buenos Aires Capital es mas tranquilo, por suerte yo estaba bien y la pude contener un poco y al otro día se le paso cuando encontramos a una pareja de San Luis en la costa Chilena.









sábado, 15 de febrero de 2014

Día 6: Ripio

Siendo el sexto día quisimos hacer el camino a Villavicencio, no llegamos hasta el hotel porque la ruta estaba en muy mal estado, camino complicado y cansador, estuvimos a 14km de llegar. No pudimos llegar, pero estuvimos toda la tarde andando y la pasamos re bien

En el camino nos encontramos con una mina en donde pudimos entrar al túnel que se adentra en la montaña, también vimos guanacos cruzando el camino y subiendo los cerros como si nada. Fuimos al mirador aconcagua, ofrece una vista preciosa. El camino es difícil, pero si estas en Uspallata tenes que hacerlo si o si, muchas curvas, es inexplicable la belleza del lugar, lastima que en un tramo había un colchón de piedras, se me hundía toda la cubierta de la moto, lo que hacia que patinara y provocaba cansancio, los autos que se paraban quedaban encajados, las camionetas andaban sin problemas.  

A la vuelta Car manejo un poco, el camino de serrucho hace que el va atrás valla a los saltos e incomodo.

A la noche comimos tranquilos en el hostel, pensando en el día siguiente, Puente del Inca y Cristo Redentor nos esperaban. 







Día 5: Asado y cordillera

Partimos temprano para Uspallata, pero primero pasamos por la casa de Adrian Ibarra, en San Martín, miembro del Corven Triax Club, que cuando se entero de que iba a su provincia lo primero que hizo fue invitarme a comer un asado. Nos abrió las puertas de su casa como si nos conociéramos de años, y la pasamos muy bien, muy bien recibidos y atendidos, ademas de ser buen asador, sabe mucho de historia y de mecánica. Se nota que es una gran persona, con una linda familia. Fue un gusto pasar por su casa y vamos a estar siempre agradecidos por todo. Luego del almuerzo, del postre y la charla, nos acompaño unos kilómetros, hasta el cruce de la R40 con la R7, y continuamos nuestra ruta. 

Emociona adentrarse en una ruta llena de curvas, con las imponentes montañas que comienzan a rodearte, subidas, bajadas, curvas, montañas con nieve en sus picos, una sensación inexplicable que solo aquel que viaja en moto lo puede explicar, y digo el que viaja en moto porque esa ruta ya la había echo antes, pero encerrado adentro de un micro. En dos ruedas es otra cosa, se siente otra conexión entre la naturaleza, la moto, y el que maneja. 

Carla iba un poco asustada por el grado de las curvas, la R7 llena de camiones que te pasan cerca, y demás, pero después se le paso, fue muy valiente, no cualquiera entrega su vida a un piloto inexperto en aquellos caminos como lo soy yo, que se haya animado a ser mi copiloto es algo que voy a valorar siempre. 

Llegamos a Uspallata de tarde, fuimos a Samadi Hostel ubicado en Ejercito de Los Andes 5545, un lugar lindo, cálido, en donde encontras gente de todas partes, dejamos nuestro equipaje, nos bañamos, y mas tarde, ya de noche, nos fuimos a un festival que se hacia durante todo el fin de semana en Uspallata, donde Cenamos pollo y chivito, y recorrimos puestos. Despues de eso nos fuimos a dormir contentos por el día transcurrido.





Día 4: Sol y agua

Estaba nublado, pero a pesar de eso ambos queríamos agua, nadar y mojarnos un poco, así que fuimos al Salto de la Moneda, que nos dijeron que era lindo lugar, y la verdad es que no nos mintieron para nada. 

Luego de caminar durante media hora, mas o menos, llegamos al Salto de la Moneda, una caída de agua de unos 12 metros de altura, que descansa en un pozo de 5 metros de profundidad, y todo esto rodeado de rocas y vegetación acorde al lugar, hermoso de verdad. El agua estaba helada, pero nos animamos a meternos igual y el sol dijo presente, pasamos una hermosa tarde. Nosotros de apurados no habíamos llevada nada para tomar ni nada para almorzar, pero nos encontramos con una pareja mayor oriunda de Córdoba que nos ofreció agua saborizada y una naranja, ellos nos habían cruzado en la ruta, a la altura de Achiras dos días antes, y el destino quiso que nos volviéramos a cruzar. Mas tarde llegaron Maka y Laura, dos huéspedes de la Guadalupe con los cuales entablamos amistad, ellos nos convidaron con empanadas, así que el almuerzo fue gratis ese día. A media tarde quisimos ir a conocer El Trapiche y La Olla, así que nos despedimos de nuestros amigos.  

Yendo para El Trapiche decimos seguir e ir hasta Los Siete Cajones, cuando llegamos nos avisaron que no nos metamos al agua porque el rió estaba crecido y se había transformado en un rápido bastante furioso, igualmente nos quedamos a las orillas, aprovechando el agua estancada y merendamos ahí. A la vuelta pasamos por la Olla, pero yo me empece a sentir mal, se ve que mucho sol de golpe me produjo dolor de cabeza y mareo, por lo cual descansamos un poco y cuando me sentí mejor seguimos para Potrero. 

Llegando a Potrero se me ocurrió ir a visitar el Monumento al Pueblo Puntano, lugar recomendado por mi mecánico desde que supo que iba a San Luis, asi que fui a ver como era, un lugar muy lindo, con mucha historia.

Cuando llegamos al hotel Maka se habia ofrecido para amasar pizzas para todos, una delicia, no dejamos nada, un clima espectacular, un ambiente de amigos, esa noche nos fuimos a dormir contentos, un poco melancólicos, porque era nuestra ultima noche en San Luis, al día siguiente partíamos para Uspallata. 








   

Día 3: El viento que todo lo empuja

Amaneció soleado, lo cual nos alegro mucho.

Fuimos a San Luis Capital porque la moto a veces fallaba, no tenia fuerza en algunas subidas, gracias a C.A.M.A encontré un mecánico que me resolvió el problema enseguida. El sebador se ponía solo, y yo no me di cuenta (se cero de mecánica), lo ajusto y problema resuelto. 

Luego fuimos a hacer la travesía de las cumbres, el cual es un camino que atraviesa las sierras de San Luis de este a oeste, uniendo la ciudad de Potrero de Los Funes con la ciudad de La Punta. El camino es de alta montaña, con unas vistas excelentes y un mirador desde donde se ve La Punta.

Subimos hasta el mirador sin ningún problema, dejamos la moto en el estacionamiento del mirador y nos quedamos apreciando el paisaje y sacando fotos. A medida que pasaba la tarde el viento fue incrementando cada vez mas, hasta el punto de tirarme la moto, que estaba estacionada, con su fuerza. Esto nos sirvió de advertencia para empezar a bajar a La Punta con precaución, por las dudas de que la situación climatología empeorara.  

Una vez en la ciudad vecina de Potrero fuimos a la replica del Cabildo de 1810, estuvimos un rato , sacamos fotos ahí, apreciamos el edificio y los puestos armados detrás de el, y luego nos dirigimos nuevamente a nuestro hospedaje. 

El camino se tornó difícil, muchísimo viento, al cual nosotros no estamos acostumbrados, y encima era viento lateral, que te sacaba del carril y te llevaba a la banquina. Tal fue el viento en un momento que la moto termino en el piso. Quise frenar en la banquina porque vi que muchos otros motociclistas frenaban por las fuertes ráfagas, y cuando estaba bajando la velocidad para parar el viento me embolso la moto y nos fuimos cayendo en cámara lenta. No nos golpeamos, llegamos a apoyar los pies y bajarnos bien, pero no pudimos sostener a la moto y quedo acostada hasta que el viento dejo de soplar por un segundo y la pude parar como corresponde. Luego de que calmo seguimos camino al hostal, cuando llegamos ajuste el espejo de la moto que se había aflojado y arregle el acelerador que había quedado trabado cuando intente sostener la moto. 

Esa noche Mariano, el músico cordobes huésped de La Guadalupe, nos ofreció unas pastas echas por el, muy ricas. Después de comer Mariano y Maka nos regalaron música, y unas amigas de Sebastian, el dueño del hostal, bailaron tango al compas del bandoneon y la guitarra, otra noche inolvidable.

Nos fuimos a dormir contentos, hicimos un lindo recorrido, y recordábamos la escena de la moto y el viento y nos reíamos, que hasta hoy nos sigue pasando lo mismo. 





Día 2: La Guadalupe

Amaneció nublado, teníamos miedo de que nos agarre la lluvia, pero partimos igual. Por suerte a medida que nos acercábamos al destino las nubes empezaban a cobrar distancia y cuando entramos a San Luis nos recibió con un sol precioso.
Potrero de los Funes es una ciudad hermosa, al igual que sus alrededores. Andar por el circuito donde se corrió el Tc2000, el Top Race y demás, da una sensación única al que viene de afuera, y el embalse dentro del mismo es impresionante. 

Adentrarse en las calles hace que familiarices si o si con las curvas y las subidas de las calles, a las cuales el bonaerense es totalmente ajeno. 

Cuando llegamos a nuestro hostal quedamos sorprendidos, "La Guadalupe Hostal Biocultural" (ubicado en A3 Las Hortensias y Santa Rita) es un lugar asombroso, se respira paz. Desde ahí se puede sentir la naturaleza y la energía de Potreros, es un lugar del cual uno no quiere partir, no solo por el lugar si no por el ambiente que se genera y por la gente con la que uno se encuentra. Es realmente mágico. 

Este día fue tranquilo, salimos a pasear en la localidad, conocer un poco, y llegando la noche otra vez el cielo se torno gris, se empezaron a escuchar estruendos desde las nubes y luego de unos minutos comenzó a llover fuerte. 

Esa noche cenamos tranquilos, estuvimos conociendo a algunos de los huéspedes del hostal y luego nos fuimos a dormir, deseando que al otro día no llueva, para poder salir a recorrer.