sábado, 15 de febrero de 2014

Día 3: El viento que todo lo empuja

Amaneció soleado, lo cual nos alegro mucho.

Fuimos a San Luis Capital porque la moto a veces fallaba, no tenia fuerza en algunas subidas, gracias a C.A.M.A encontré un mecánico que me resolvió el problema enseguida. El sebador se ponía solo, y yo no me di cuenta (se cero de mecánica), lo ajusto y problema resuelto. 

Luego fuimos a hacer la travesía de las cumbres, el cual es un camino que atraviesa las sierras de San Luis de este a oeste, uniendo la ciudad de Potrero de Los Funes con la ciudad de La Punta. El camino es de alta montaña, con unas vistas excelentes y un mirador desde donde se ve La Punta.

Subimos hasta el mirador sin ningún problema, dejamos la moto en el estacionamiento del mirador y nos quedamos apreciando el paisaje y sacando fotos. A medida que pasaba la tarde el viento fue incrementando cada vez mas, hasta el punto de tirarme la moto, que estaba estacionada, con su fuerza. Esto nos sirvió de advertencia para empezar a bajar a La Punta con precaución, por las dudas de que la situación climatología empeorara.  

Una vez en la ciudad vecina de Potrero fuimos a la replica del Cabildo de 1810, estuvimos un rato , sacamos fotos ahí, apreciamos el edificio y los puestos armados detrás de el, y luego nos dirigimos nuevamente a nuestro hospedaje. 

El camino se tornó difícil, muchísimo viento, al cual nosotros no estamos acostumbrados, y encima era viento lateral, que te sacaba del carril y te llevaba a la banquina. Tal fue el viento en un momento que la moto termino en el piso. Quise frenar en la banquina porque vi que muchos otros motociclistas frenaban por las fuertes ráfagas, y cuando estaba bajando la velocidad para parar el viento me embolso la moto y nos fuimos cayendo en cámara lenta. No nos golpeamos, llegamos a apoyar los pies y bajarnos bien, pero no pudimos sostener a la moto y quedo acostada hasta que el viento dejo de soplar por un segundo y la pude parar como corresponde. Luego de que calmo seguimos camino al hostal, cuando llegamos ajuste el espejo de la moto que se había aflojado y arregle el acelerador que había quedado trabado cuando intente sostener la moto. 

Esa noche Mariano, el músico cordobes huésped de La Guadalupe, nos ofreció unas pastas echas por el, muy ricas. Después de comer Mariano y Maka nos regalaron música, y unas amigas de Sebastian, el dueño del hostal, bailaron tango al compas del bandoneon y la guitarra, otra noche inolvidable.

Nos fuimos a dormir contentos, hicimos un lindo recorrido, y recordábamos la escena de la moto y el viento y nos reíamos, que hasta hoy nos sigue pasando lo mismo. 





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